Alejandra Salgado

¡La música nos ayuda a aprender!

Pienso que la música es un instrumento muy bueno a la hora de practicar una lengua... les propongo algunas canciones para los màs chiquitos, para que puedan escuchar y también divertirse...

La gallina turuleca

Hola Don Pepito, hola Don José

martedì 16 marzo 2010

"Los factores afectivos en el aprendizaje del español como lengua extranjera" (Jane Arnold Morgan)

Después de haber leido "Los factores afectivos en el aprendizaje del español como lengua extranjera" (artículo publicado en el sitio oficial del Instituto Cervantes), que podrás consultar en la siguiente dirección http:cvc.cervantes.es/obref/marco/cap_05.htm., me pareció útil hacer un comentario que reasumiera las ideas principales, dando un panorama general de este tema, que considero muy importante en el ámbito de la enseñanza de lenguas extranjeras.
Según este artículo, el dominio afectivo jugaría un papel importante en el aprendizaje de lenguas extranjeras. Muchos estudios indican cómo las relaciones, que se establecen dentro del aula, pueden conlllevar al éxito o no del aprendizaje de una lengua extranjersa.
El elemento esencial, para obtener mayores resultados, serían las personas en sí mismas, y no las "cosas" que se utilicen como herramientas didácticas.
No nos olvidemos que el Marco común europeo de referencia reconoce la importancia de lo afectivo para el aprendizaje, afirmando, entre otras cosas, que la actividad comunicativa se ve condicionada en gran parte por la personalidad y las actitudes de los individuos.
Un estudio sobre la influencia de la dinámica de grupos en una clase de lengua extranjera, demostró cómo un grupo experimental (en donde se implementaba una enseñanza que tenía en cuenta los aspectos cognitivos, afectivos y físicos del alumno, y se trataba a la lengua como un vehículo de comunicación, que hacía incapié en cuestiones de dinámica de grupo) lograba resultados mejores, comparados con los de otro grupo, cuyo trabajo en el aula se había basado en actividades tradicionales.
El resultado fue evidente: crecimiento exponencial de la motivación hacia la asignatura. De esta manera, los alumnos que participaron del experimento confesaron que iban a clases porque querían, y no porque tenían que hacerlo.

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